En las últimas horas, se anunció que el Corona virus comenzó su fase cuatro, ante su expansión
exponencial. No existen precedentes, en este siglo, de pandemias de esta magnitud. Italia y España nos advierten lo que pueden ser nuestras próximas semanas. Otros países han logrado manejar esta crisis de buena forma, mostrando un camino para evitar una catástrofe humanitaria.
Ellos han sido capaces de tomar medidas con determinación, poniendo ante todo como prioridad
la salud de la población y no los negocios o intereses particulares y por ello han catastrado y dado
seguimiento a los enfermos, testeando rápida y gratuitamente a cualquier persona con síntomas,
controlando a aquellos en cuarentena, sin obstruir o colapsar el sistema de salud de su país.
Advertidos por el desarrollo de la pandemia desde China, hacia Asia y Europa, para luego extenderse por el planeta, teníamos una oportunidad única de prepararnos ante la llegada de este virus a Chile, que ha sido desaprovechada por el Gobierno.
El Gobierno de Chile en vez de obrar con medidas radicales, se mantuvo titubeante y sin liderazgo en el curso del inicio de la crisis, con la desprotección que esto ha implicado. Primero fueron los ingresos de pasajeros de los países de mayor contagio, a los que solo se les pidió una declaración sin control y seguimiento. Durante la última semana privilegió la economía antes que nuestra salud. Primero se negaron a cerrar recintos educacionales, y solo ante la decisión de universidades y alcaldes de suspender las clases, la medida fue revertida. La prescripción de estar a más de un metro de distancia entre las personas no es coherente con las aglomeraciones en el transporte
público, consultorios y vacunatorios. El test para verificar si hay contagio no está al alcance de todas las personas por costo o existencia en el servicio de salud, generando una discriminación por ingresos y lugar de residencia. Los insumos que pueden prevenir la extensión del virus no tienen control de precios, incentivando la especulación de las farmacias.
El gobierno, en otras palabras, sigue con su lógica de mercado, sin tomar medidas especiales que controlen eficazmente la precariedad de los servicios y la especulación con los insumos. El derecho a la salud en acceso, disponibilidad, oportunidad, calidad e igualdad no se está haciendo efectivo
y ello puede agravar la situación.
El virus ha mostrado ser especialmente fatal para aquellas personas mayores de 60 años y las
que viven en sectores más precarios. También ha demostrado ser tremendamente contagioso y
silencioso, pues durante 14 días podemos transmitir el virus sin tener síntomas. Es por ello que hay que actuar como país y asumir un rol como ciudadanía, para protegernos entre nosotros, especialmente cuando nuestro gobierno no es capaz de hacerlo.
La ciudadanía demostró su potencial movilizador y organizativo desde el 18 de octubre pasado. Ahora estamos desafiados a desarrollar sistemas de apoyo mutuo, solidaridad y gestión, que prevenga y atienda a los que más requieren de cuidado y protección, sin dejar de exigir lo que corresponde que el Estado provea y proteja en derechos laborales a quienes serán afectados por las medidas de restricción en sus movimientos. Del mismo modo que cuidamos
nuestra salud, debemos cuidar la integridad del plebiscito que la movilización ciudadana ha hecho
posible. La situación actual la afecta de dos maneras. Por una parte, la pandemia misma y las medidas para enfrentarla afectarán sin dudas la participación electoral. Esto ya es un antecedente importante, pero hay más.
Desde el 18 de octubre estamos viendo desarrollarse un proceso de conversación y discusión ciudadana sin precedentes, en lo que evidentemente es un aceleradísimo proceso de autoeducación cívica y organización social. En todo Chile han surgidos asambleas
autoconvocadas, cabildos o simplemente reuniones de ciudadanos interesados en discutir y
conversar sobre la nueva Constitución. La continuación y el desarrollo de este proceso son una
condición fundamental para una participación informada y responsable de todos. Y es este
proceso de conversación ciudadana el que será interrumpido por las medidas necesarias para enfrentar la emergencia sanitaria. Estas dos razones sugieren cambiar la fecha del
plebiscito, como una manera de velar por la integridad del mismo.
Desde Fuerza Común, partido en formación, hacemos un llamado a todas las organizaciones sociales y partidos políticos para que cuidemos el Plebiscito constitucional, que es el
mecanismo democrático más importante para construir un nuevo Chile. Estamos convencidos que la convocatoria debe ser aplazada para el 25 de octubre, luego del invierno, otorgando todas las garantías a todos los sectores en su realización.
Directiva Fuerza Común
17 de Marzo 2020